Sí, definitivamente eso estoy haciendo, y estoy muy feliz.
A pesar de que tenía semanas pensando en esta publicación para darle continuidad a la anterior, no fue hasta el sábado pasado que me topé con el nombre perfecto. Mientras hablaba por FaceTime con mi amigo Juan B., él me enseñó una foto donde salimos él y yo, junto a otros estudiantes de medicina amigos nuestros, hoy ya graduados. Juan señaló cada rostro y resaltó cuánto hemos cambiado cada uno: “ya ella es residente, ellos dos están en España, ella y yo somos esclavos de la biblioteca, y ella está descubriendo el mundo.” Con eso último, se refería a mí.
Tenía aproximadamente un año y medio sin tener una conversación con Juan, y el sábado pasado nos pusimos al día. Le conté que iniciando la segunda mitad del 2019 (a mediados del tercer ciclo de internado) empecé a dudar la decisión de especializarme en pediatría. La verdad es que estaba pensando dos veces si realmente quería hacer una especialidad, sea cual fuese.
Para mí era común escuchar a especialistas jóvenes decir que supieron cuál camino tomar porque al rotar por (inserte nombre de especialidad), confirmaron su pasión. Que durante el internado tendría esa “realización”. La verdad es que no la tuve. Y, de hecho, en ninguna de las rotaciones del internado sentí ese “llamado” que imaginé. Ni siquiera en las de pediatría (tenía un año y medio diciendo que quería ser neonatóloga). El asunto iba más allá de la especialidad en la que estaba rotando, y tenía más que ver con que no sentía ningún tipo de emoción con el trabajo que se realiza diariamente en los hospitales, fuese en internamientos, consultas o cualquier área.
El rompecabezas cogió un poco más de forma cuando recordé lo mucho que disfruté el internado de medicina social en La Romana. Ese proceso de desarrollar una investigación en un tema que me apasiona muchísimo (lactancia materna). Recordé cómo esas ocho semanas pasaron volando para mí, y la única razón por la que quería que terminaran era porque extrañaba las comodidades de la capital. Nunca fue por la naturaleza del trabajo que hacía allá. Porque, verdaderamente, fue allá que sentí ese “llamado”. Lo sentí en cada etapa de la investigación. En disfrutar ocupar cada hora de trabajo en la clínica con ese proyecto, y en seguir trabajando en él, con muchísimo gusto, una vez llegara a la casa.
En el 2019 viví otras experiencias que me permitieron darme cuenta de que tal vez mi “llamado” en la medicina se aleja un poco de los internamientos y las consultas, y se acerca más a lo académico, a la investigación, a la educación de la población, y a la salud pública. Se acerca más a trabajar por lograr cambios en una escala más grande. Todo hizo aun más sentido cuando recordé las múltiples veces que me ofendí cuando personas cercanas me decían que me veían más metida en un laboratorio, que en un hospital. Y aunque no sea fácil admitirlo públicamente, estaban en lo cierto.
Como escribí en la primera entrada, ya no tengo una línea de tiempo académico/profesional esquematizada, que pueda imitar con confianza. La tenía cuando me preparaba para especializarme en pediatría en los Estados Unidos. Casi un año después de haber “pensado dos veces” la decisión de hacer una especialidad tradicional, siento mucha paz con haber puesto en pausa, por tiempo indeterminado, ese proceso. Ahora estoy en un constante ensayo y error para determinar qué quiero hacer en mi futuro profesional. Juan bien lo describió cuando dijo que estoy descubriendo el mundo. Sí, definitivamente eso estoy haciendo, y estoy muy feliz.
¿En qué estoy ahora? En la próxima entrada contaré lo que decidí hacer para empezar a construir este nuevo camino, justo después de haber terminado la escuela de medicina.

Wao…. Nadie pudo describir mejor mi sentir y la etapa que voy atravesando en este momento que tú. Justamente la misma duda, el mismo sentir de no pertenencia a lo convencional y llegar hasta sentirte menos por ello. Sumándole que ves a tus compañeros con un mindset súper claro de lo que quieren y tú aún sin la mínima idea de tu próximo paso🥴😭
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Gracias Winifer! Todo a su momento, ten paciencia y sigue un paso a la vez. Nadie nos está esperando.
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